miércoles, 7 de septiembre de 2016

El fin del verano

Julia levantó la mirada, cansada de llorar.

Las lágrimas emborronaban las olas rompiendo en la orilla. Olas saladas como sus lágrimas. Lágrimas que se asomaban a sus pestañas como asomaban las olas en la playa... tranquilamente a veces, a borbotones otras.

¿Cuánto tiempo llevaba allí? El sol empezaba a ponerse tras las dunas.

Cogió el móvil para mirar la hora, con la absurda esperanza de encontrar un mensaje suyo esperando en la pantalla.

Suspiró.

Suspiró sin saber si suspiraba rota por no saber de Ella o aliviada al no tener que volver a romperse al no contestar.

- Prometiste ser la fuerte

Volvió a hundir la cara en sus manos intentado ahuyentar las imágenes que se agolpaban tras sus ojos.

Tantas veces sintió, sin ser, su voz susurrándole al oído, su aliento erizándole el cuello, sus manos rozando su piel, que sentía el vacío como si fuese real.

¿Se puede echar de menos algo que nunca tuviste?

Pero sí lo tuvo. Tuvo sus horas, tuvo sus risas, tuvo momentos a escondidas robados a la realidad, tuvo planes, tuvo el deseo, tuvo... llamémoslo X.

Y lo perdió todo...
Y no quedó nada...

- "¿Sabes que me importas?"
+ "Sí"

Sabía lo que tenía que decir después, pero las palabras se aferraban a su garganta sin querer salir.
Dilo. Sabes que es lo que hay que hacer. No podéis estar así eternamente. 
- No quiero decirlo!
- Tiene que pasar. Antes o después. Esto es más grande que tú o que ella. No dejes que crezca más y acabe arrasándolo todo.
- No quiero decirlo...
- Dilo

- "Ya está..."

¿Por qué tuvo que decirlo? ¿Por qué estúpida razón tuvo que decirlo?

Porque las dos sabían que lo tenía que decir. 
Porque la realidad amenazaba con entrar y acabar con todo cada vez más a menudo.

Julia recogió la toalla sacudiendo la arena. El viento se encargó de alejarla, como se alejaban los planes construidos en el aire.

- Me encantas...
+ Algún día...
- Lo sé

Pero no lo sabía

Mientras guardaba la toalla en su mochila pensó que el verano terminaba y que en poco tiempo empezaría a coger una chaqueta al salir de casa en lugar de las sandalias.
Y pensó que un día terminaría el dolor como terminaba el verano... para las dos, y que las dos cogerían otras manos y sonreirían a otros ojos y susurrarían en otros oídos...

Y se rompió al ver que no sería Ella quien estaría al otro lado de su sonrisa.
Y sonrió al saber que daba igual a quién si Ella sonreía.

Notó vibrar el móvil.

Ella.

- Te quiero.- Susurró a la pantalla. 
Borró el mensaje y volvió a guardar el móvil en la mochila mientras se dirigía al coche.

Mientras duraba el trayecto en coche se permitió besarla, acariciarla, imaginarla desnuda encima suya, imaginar su sonrisa torcida en la penumbra de la noche y todas las palabras que nunca le diría . Siempre tendría eso. Promesas rotas antes de hacerlas.

Aparcó el coche donde siempre. Se secó las lágrimas como siempre. Entró en casa y dejó las llaves donde siempre.
Respiró hondo y, como siempre, dijo tras cerrar la puerta:

- Hola cariño. Ya estoy en casa.






domingo, 17 de julio de 2016

Sexo, drogas....... y quedadas de Internet COMPLETO 3/3 FINAL "El paseo de Helena"

Cuando Helena salió del baño, los gemidos que provenían de la habitación de al lado la sonrojaron.

“Madre mía. A saber lo que les está haciendo Sandra a esas pobres chicas… Las va a dejar para el arrastre!! Será mejor que vaya a dar un paseo, a ver si el aire fresco me baja los calores, que aquí no creo que se me pasen con tanto “Sigue! Sigue! Sí!!”

Salió del apartamento y siguió las sendas de piedra que atravesaban el complejo.
Era una urbanización bastante nueva y los jardines estaban todavía cuidados y frondosos.
Pese a ser Julio, no estaba muy concurrido, y en sus 15 minutos de paseo sólo se había cruzado con el guardia de seguridad.
Decidió dirigirse hacia la piscina. Pensó que el agua fría en los pies sería agradable, y cogió el camino que conducía hasta ella.
Al haber terminado hacía tiempo el horario de baño, las luces de aquella zona estaban apagadas, pudiéndose distinguir el camino sólo con la luz de la luna llena que se filtraba a través de las hojas de las palmeras.

La puerta de acceso a las instalaciones estaba cerrada, pero el muro sólo se alzaba, aproximadamente, metro veinte del suelo, con lo que se dispuso a saltarlo.

Puso las manos encima para impulsarse y en ese momento noto unas manos que la sujetaban por la cintura impidiéndole saltar.

“Mierda! Ya me ha pillado el guardia…” Pensó Helena.

Cuando esas manos rodearon su cintura y notó un cuerpo pegándose a su espalda, se dio cuenta de que era imposible que fuese el guardia. Primero, porque dudaba que se tomase tantas libertades y segundo porque el guardia era un hombre, y estaba segura de que lo que notaba apretándose contra su espalda eran unos pechos…

Una de las manos de aquella desconocida bajó hasta su cadera y la apretó aún más contra ella, haciendo que Helena notase algo largo y duro contra su culo. Su voz ronca y susurrante se acercó a su oído y acariciándolo con su aliento le dijo “¿Preparada para cumplir tus fantasías?”

Helena se estremeció. Una mezcla de miedo y deseo recorrió su cuerpo como una descarga eléctrica. No sabía quién era aquella mujer, no conseguía reconocer su voz, aunque sabía que le resultaba familiar. ¿Alguien de la quedada? Sí, debía ser alguna de ellas… habían estado contando anécdotas y fantasías en la playa, y se ve que, al menos una de ellas, le había prestado atención mientras contaba la suya.

Mientras su mente repasaba a toda velocidad las caras de las mujeres con las que había compartido el día, unos labios calientes atacaron su cuello, recorriéndolo de arriba abajo y llenándolo de besos y mordiscos.

Se sujetó al muro para no caer al suelo cuando notó que las piernas empezaban a temblarle, echando la cabeza hacia atrás para dejar vía libre a aquella desconocida para hacer lo que quisiera con su cuello mientras apretaba su culo con más firmeza sobre el bulto que sobresalía en la entrepierna de su mujer misteriosa.

“Qué más da quién sea? “ Pensó Helena. “Estoy caliente y esta situación me pone aún más. Lo único que me importa ahora es que me folle, y para eso no me hace falta verle la cara”

Helena balanceó sus caderas, haciendo que el arnés que llevaba su desconocida rozase su clítoris hinchado y un gemido apagado salió de lo más profundo de su garganta chocando contra su cuello.

Las manos de aquella mujer la apretaron más contra sí. Lo único que evitaba que aquel falo se colase entre sus nalgas eran los pantalones de ambas… pantalones que esperaba perdieran lo antes posible.

Su cuerpo estaba expectante y no pudo evitar pedirlo “Tócame”.

La desconocida deslizó las manos por debajo de su camiseta sin dejar de apretar su cuerpo contra ella, y le cubrió los pechos masajeándolos suavemente. Sus pezones erectos se aplastaban contra aquellas manos haciendo que el roce mandase impulsos de deseo directamente a su entrepierna. Se estaba empezando a mojar… ya podía notar la humedad viscosa que salía de ella elevando aún más sus ganas y haciéndole mover y apretar más su culo contra el falo… si se arqueaba un poco podía notar la punta cerca de su entrada… “Sí, ahí es donde quiero que entres,,,”

Un tirón seco la dejo con los pantalones a la altura de los tobillos. No se había molestado en ponerse bragas a la hora de vestirse… sólo iba a dar un paseo…

Una pequeña gota de excitación resbaló por el interior de su muslo.

Su camiseta voló también. Estaba desnuda, a la intemperie, apoyada contra un muro y con una desconocida a su espalda jugando con su cuerpo como si lo conociese a la perfección… Nunca había estado tan excitada… nunca había estado tan caliente…

Sus dos pezones lo sintieron a la vez. Unos dedos apresándolos, pellizcándolos y retorciéndolos mientras la boca de la desconocida mordisqueaba su oreja y el dildo amenazaba con entrar en ella, llenándola de expectación.

Así que ella también estaba desnuda….

El roce de unos pezones recorriendo su espalda se lo confirmaron…

Helena agachó sus caderas intentando introducirse el dildo..

“Nononono… Aquí mando yo, y te la meteré sólo cuando yo quiera, así que pórtate bien y estate quieta”

Aquella mujer recogió una camiseta del suelo… “Se va?” pensó Helena “No me jodas!! Ahora que no me deje así!!”

Nada más lejos de la realidad… la camiseta cayó sobre sus ojos y notó como la ataba suave pero firmemente para que no resbalase.

“Date la vuelta”

No podía verla, pero sabía que estaba recorriendo su cuerpo con la mirada…

Una mano se posó en su hombro presionando ligeramente hacia abajo. Helena entendió la orden y se agachó hasta apoyarse en sus rodillas.

El dildo rozaba sus labios.

“Chupa”

Abrió su boca ligeramente… no estaba segura de qué hacer… cualquiera podría estar viéndoles en aquel momento…. “bueno, pues que miren”

Acogió aquel falo en su boca, lamiendo y chupándolo de arriba abajo, como si su desconocida pudiera sentir cada una de las caricias de su lengua sobre él.

Debió sentirlas, porque empezó a gemir y apoyó una mano en su cabeza marcando el ritmo. Allí estaba ella, desnuda, privada del sentido de la vista y más mojada que nunca. Estaba segura de que había empezado a formarse un charco en el suelo bajo sus piernas…

Apoyó sus manos sobre los muslos de la mujer que la estaba sometiendo y los acarició al ritmo de las envestidas de su boca…
Subió las manos por aquellos muslos hasta llegar a su entrepierna… no era un arnés con cuerdas… el falo se introducía en su sexo! Por eso notaba tanto los movimientos que ella hacía sobre él.. cada vez que lo apretaba o acariciaba, se movía dentro de ella dándole el mismo placer que si hubiera sido real.

Puso su mano sobre su vientre y con el dedo pulgar empezó a acariciar su clítoris mientras seguía haciendo que el dildo entrase y saliese de ella con cada lamida.
La mujer empezó a gemir y notó como le empezaban a temblar las piernas.

“puede que yo no vaya a olvidar este polvo en mi vida… pero tú tampoco, nena” Pensó.

Helena dirigió la mano que le quedaba libre a su propio sexo. Si no se tocaba ya iba a estallar. Con el primer ligero roce de sus dedos, gimió, lo que alertó a la desconocida de lo que estaba haciendo.

“No!” y con un rápido movimiento le apartó la mano para que no se tocase.

“He dicho que aquí mando yo, y yo no te he dado permiso para que te toques! Levanta.”
Cogiéndola por las axilas, la ayudó a sentarse sobre el muro de piedra, le separó las piernas y empezó a comerla… sin aviso… sin compasión.

Helena tuvo que apoyarse rápidamente en el muro y poner las piernas sobre los hombros de aquella mujer si no quería caerse.

La mujer la lamía sin piedad, se bebía su deseo, la devoraba con ansias.

Su lengua le separaba los labios dejándola al descubierto. Su clítoris hinchado y caliente reclamaba atención y aquella desconocida estaba más que dispuesta a dársela.

Agarrándola de las caderas, la mujer la acercaba a su boca con ansia, cubriéndola y succionándola como si quisiera tragársela entera.

Las envestidas de su lengua la llenaban de placer, cada vez que rozaba su clítoris sentía como su piel se erizaba un poco más, sus pezones no podían estar más duros.
Aquella mujer parecía leer sus pensamientos. En ese preciso momento levantó las manos y cubrió sus pechos, amasándolos, apretándolos. El conjunto de placeres iba a hacer que se corriera de un momento a otro… no podía haber nada mejor!!
O sí….

Notó la primera envestida como un torrente de electricidad atravesando su columna.
La lengua había entrado hasta el fondo, lamiendo sus adentros. Era larga y dura… y entraba y salía con una destreza que nunca había experimentado. La punta subía cuando salía rozando el punto más caliente, enviando oleadas de un placer que no podría soportar durante mucho tiempo.

De repente todo paró. Todo quedó en silencio. Sólo se escuchaba la brisa entre los árboles y slos jadeos de ambas.

“Baja”

Helena vaciló un momento. No estaba segura si sus piernas aguantarían en pie, pero no podía desobedecer a aquella mujer. No cuando tenía el control sobre su deseo y sobre su cuerpo.

Sin mediar palabra la puso de espaldas y la apoyó contra el muro. Separó sus piernas dándole un golpecito en cada pie, hasta que no podía abrirlas más.
Le acarició la cara desde atrás… le cogió de la barbilla levantándosela hasta que apoyó la cabeza en su hombro, le besó la cara… rozó sus labios con la lengua y metió un dedo en su boca.

Un ligero susurro velado atravesó sus sentidos  “Ahora eres toda mía”…

La extraña pasó la palma de la mano por su humedad desbordante y con ella acarició su arnés, lubricándolo para ella. No podía verlo, pero podía sentirlo. Podía sentir esa anticipación en la boca del estómago y no tardaría en sentirla en el resto de su cuerpo.

La cabeza del dildo se apretaba contra su entrada. El aliento y los pequeños gemidos de aquella mujer acariciaban su oído, su pechos de apretaban contra su espalda, una mano asía sus caderas y en ese momento notó como se abría paso directamente hacia su interior, acariciando sus paredes.

Un grito seco surcó su garganta con la primera envestida.

“Aahh”

Helena succionaba el pulgar mientras las envestidas se repetían una tras otra. Sus pechos se balanceaban al ritmo. Pequeñas gotas de sudor empezaban a cubrir su cuerpo. Su respiración era errática y no podía ahogar los gemidos de placer. La extraña tuvo que cubrirle la boca para amortiguarlos.

“Te gusta, verdad?”

Helena sólo pudo contestar con un gruñido. Aquello no era placer, tenía que ser algo más grande todavía. No podía compararlo con nada de lo que había sentido hasta el momento.

Cuando pensaba que ya no podía soportar más aquel placer, las envestidas cesaron.

“Ahora te toca trabajar a ti un poco”

Notó como la mujer se alejaba y escuchó un pequeño crujido a sus pies. Notó una mano que estiraba de la suya hacia abajo. Se había tumbado.

Supo lo que tenía que hacer y sin pensarlo dos veces se puso de cuclillas encima de la mujer. Tanteó con la mano hasta encontrar el falo irguiéndose entre sus piernas y se lo introdujo despacio, resbalando sobre él con facilidad. Estaba tan mojada….

Empezó a moverse encima de ella, dejando que la mujer viese como la cabalgaba. Si quería morbo lo iba a tener. Subía y bajaba recorriendo toda la envergadura del dildo.
Sabía que cuanto más se moviera y más rápido la cabalgase, más placer notaría su misteriosa pareja de juegos, cuando la parte que ella misma se había metido para sujetar el arnés empujase y se moviese dentro de ella.

Los gemidos de las dos mujeres se entremezclaban rompiendo el silencio de la noche. No podía más, necesitaba correrse y necesitaba escuchar los gemidos de aquella mujer cuando estallase con ella. Puede que no supiera nunca su nombre, pero siempre recordaría su olor y sus gemidos de placer.

Se inclinó hacia atrás apoyándose en una mano sin dejar de cabalgarla, mientras que con la otra empezó a acariciar su clítoris. Esperaba que la extraña se lo impidiese en cualquier momento, pero no lo hizo. Ella misma estaba haciendo lo mismo.
Las dos se masturbaban mientras se follaban la una a la otra.

El compás se acelaraba, los gemidos aumentaban y el placer alcanzaba puntos indescriptibles en su interior.
Su estómago se contrajo con la primera oleada y se dobló hacia adelante, tumbándose sobre el torso de la desconocida, rozando sus pechos con los suyos, mezclando los sudores, los jadeos. Cuando notó el orgasmo abrirse paso desde lo más profundo de sus entrañas, atrapó la boca de aquella mujer dándole un beso profundo, ahogando los gemidos de las dos.
La mujer le devolvió el beso. No solo había sabido cómo mover la lengua sobre su sexo sino que sabía perfectamente cómo besarla para ponerla aún más.
Los brazos de aquella extraña la abrazaron fuerte por la cintura, estrechándola contra ella y tomó el control de nuevo dándole envestidas fuertes y rápidas.
Helena no pudo aguantar más el placer.

“Sí! Sí! No paresa ahora! No pares! No pareeeeeeeeeeeeeeeees!!”

El orgasmo las alcanzó a las dos a la vez, corriéndose una encima de la otra, diluyéndose en el placer de una noche de deseo y pura lujuria. Sin censuras, sin reglas, sólo dejándose llevar por los más primitivos instintos.
Helena rodó hacia un lado y sin destaparse los ojos, se abrazó a aquel cuerpo que le había dado el mayor placer que había recibido nunca.

El sueño empezaba a llamarla y no pudo luchar contra el cansancio, durmiéndose en los brazos de aquella mujer misteriosa que había hecho realidad una de sus mayores fantasías.

El sonido de unas pisadas la hizo salir de su sopor.

Abrió los ojos y lo primero que vio fue que estaba sola, desnuda encima de una toalla en mitad del césped delante de la valla de la piscina.

Cogió la camiseta que tenía a su lado e intentó tapar a la vez todas las partes que no debían ser vistas por el niño de doce años que la miraba con cara atónita y la mandíbula descolgada.

“Qué haces ahí mirando!?”

El niño no movió ni una pestaña.

Helena se levantó, se envolvió en la toalla en la que había estado durmiendo, recogió la ropa y se dirigió a su apartamento a toda prisa, dejando al chaval clavado en el sitio y todavía con la boca abierta.

Durante el camino no dejó de tener flashes de lo ocurrido la noche anterior… buscaba alguna pista, algún detalle que le ayudase a descubrir quién era aquella mujer… pero no conseguía encontrar ninguno.

Esa tarde habían quedado todas para despedirse hasta la próxima. Tendría que estar allí, seguro.


Esa tarde intentaría descubrir quién le había proporcionado el orgasmo más morboso e intenso de su vida….

sábado, 9 de julio de 2016

Sexo, drogas....... y quedadas de Internet COMPLETO 2/3 "El trío de Sandra"

"Bueno chicas, parece que vamos a tener que esperar un poco para hacer el trenecito y frotarnos la espalda unas a otras..." Dijo Sandra cuando Helena abandonó el salón camino de la ducha.

"Mmm, yo no sé Isa, Sandra, pero a mí no me importaría empezar por cualquier otro tipo de trenecito... La ducha casi mejor la dejamos para el final, que nos hará más falta."

"Estoy de acuerdo Marta." Isa se acercó a Sandra, le acarició la nuca y después de lamerle el lóbulo de la oreja le susurró al oído "De todas maneras, llevo tanto tiempo pensando en esto que no sé si podría esperar mucho más."

Con el primer contacto, los pezones de Sandra se erizaron, haciéndose presentes a través de su camiseta blanca.

"Vaya Isa, parece que Sandra tampoco puede esperar mucho. Déjame que les dé la bienvenida" y Marta se agachó para apresar uno de los pezones de Sandra suavemente entre sus labios.

"Está bien, chicas, creo que deberíamos ir a mi habitación. No quiero que Helena me arranque la cabeza mañana y, además, mi maleta está en mi habitación, y creo que os va a gustar lo que tengo guardado en ella para vosotras".

Isa y Marta se miraron expectantes y una sonrisa cómplice se dibujó es sus rostros.

Veríamos quién sería la que se sorprendiese esa noche...




Sandra  guió a Marta e Isa hasta su cuarto.

“Podéis dejar las mochilas encima de la silla” Dijo Sandra mientras se sentaba en el borde de la cama con las piernas cruzadas y las manos apoyadas en el colchón, dando pequeños toques sobre la colcha e invitando a las chicas a unirse cuando hubiesen dejado sus cosas.

Isa fue la primera que se acercó y se sentó a la derecha de Sandra, cogiéndole de la barbilla y girando su cara suavemente para besarla.

El beso de Isa fue tranquilo, rozando los labios de Sandra con suavidad y acariciándolos levemente con la punta de la lengua, reconociéndolos, estudiándolos…
Mientras se dejaba lamer los labios por Isa, Sandra notó como el colchón a su izquierda se hundía y como unas manos recogían su pelo hacia atrás, dejando expuesto su cuello.
Una deliciosa presión justo encima de su clavícula hizo que un pequeño gemido se escapase en su garganta, y aquello fue suficiente para que el antes suave beso de Isa se volviese más profundo y envistiese con la lengua la abertura de la boca de Sandra, hasta que ésta se abrió de par en par para dejarse devorar.

La lengua de Isa recorría los interiores de su boca, los labios de Marta devoraban cada centímetro de su cuello, su piel se erizaba y sus pezones ya no soportaban ni el roce de la tela.

Sin saber muy bien quién ni como la habían llevado hasta allí, Sandra se encontró totalmente tumbada en la cama, con la cabeza apoyada en la almohada y sin nada más que sus bragas rosas cubriendo su cuerpo… sus bragas rosas y dos cuerpos desnudos que bailaban sobre el suyo rozándose, abriéndose, mojándose al mismo tiempo que la humedad brotaba de sus adentros.

“Vaya, chicas, creía que iba a ser yo la que os enseñase un par de cosas, pero ya veo que vosotras también habéis estudiado lo vuestro”

“Chsss. No es momento de que hables, sólo de que nos dejes jugar con tu cuerpo a Isa y a mí como nos habías prometido. Nosotras a cambio te prometemos que no te vas a olvidar nunca de esta noche”

Isa levantó la vista y dirigió una sonrisa a Sandra. “Déjanos a nosotras esta noche y dedícate a disfrutar”.

Sandra cerró los ojos decidida a seguir el consejo de Isa. Esa noche no sería la que lleva siempre la iniciativa, no sería la líder. Esta noche sería todo lo que sus “dueñas” quisieran que fuera.

“Lo que digáis. Esta noche seré toda vuestra”

Isa y Marta se miraron al oír las palabras de Sandra. Isa asintió con la cabeza y Marta se dirigió hacia la silla donde habían dejado las mochilas. Las cogió y las dejó en el suelo en un lado de la cama.
Mientras, Isa había encontrado la forma de mantener a Sandra distraída para que no se diera cuenta de nada, lamiendo su cuello con ansia mientras pellizcaba y estiraba uno de sus pezones erectos, mientras que con la otra mano sujetaba las manos de Sandra por encima de su cabeza.

“Ya podemos empezar” dijo Marta, e Isa abandonó el cuerpo de Sandra para mirarla desde arriba.
“Perfecto, pero antes quiero hacerla sufrir un poco”.

Sandra intentaba seguir la conversación sin entender nada, hasta que se dio cuenta de que no podía mover los brazos.

“¿Me habéis esposado a la cama??” Intentó incorporarse, pero no pudo “¿Y los pies también!!!???”

“¿No habías dicho que podíamos hacer contigo lo que quisiéramos? La próxima vez cuidarás tus palabras… o no…” en ese momento, Marta se arrodilló en la cama y empezó a lamer el interior del muslo de Sandra, mientras Isa se montaba a horcajadas sobre su abdomen.

“Primero vas a mirar, y quiero que te fijes bien, porque más tarde te tocará a ti”.

Isa abrió bien las piernas dejando que Sandra la viese en todo su esplendor. Su sexo rasurado lo dejaba todo expuesto pudiéndose apreciar su color rosado, sus pliegues y el brillo de la humedad que lo recubría.
Mientras cabalgaba el vientre de Sandra rozando su clítoris suavemente con el pequeño montículo de su barriga, Isa introdujo dos dedos en su boca.

“Lámelos bien. Quiero que estén bien húmedos cuando me los meta”.

Sandra notaba la tensión crecer en la boca de su estómago, pero no era ni enfado… ni miedo… era morbo, puro y duro morbo. Nadie la había tratado así, ni mucho menos mandado de esa manera. Nunca lo había consentido… pero estaba descubriendo que no le molestaba tanto que otra persona tomase el control, dejar que fuese otra persona quien tomase las decisiones por una vez. Sí, había decidido que no cuestionaría nada esa noche y que haría todo lo que le pidiesen… sólo esa noche

Acogió los dedos en su boca, cerró los ojos y se dejó llevar, lamiéndolos y succionándolos al ritmo en que Isa se movía sobre ella.

“Sí, así Sandra. Lámelos. Sí”

Al abrir los ojos, Sandra vio como Marta asomaba sobre el hombro de Isa, y mordía su cuello mientras agarraba sus pechos por detrás. Isa dejó caer la cabeza hacia atrás mientras Marta pellizcaba sus pezones y Sandra seguía lamiéndole los dedos.

Dejo resbalar su mano libre por su torso y empezó a acariciar su sexo, despacio.

La humedad de Isa resbalaba ya por el vientre de Sandra, calentando aún más cada centímetro de piel que recorría y dejando una mancha oscura en las sábanas. Estaba tan mojada…
Isa acariciaba los labios de su sexo con sus dedos índice y corazón, evitando deliberadamente su clítoris, pero juntándolos y presionando lo suficiente como para que el placer se dejase ver a ojos de Sandra, que seguía mirando a todas partes lamiendo los dedos de Isa y maldiciendo las esposas que no dejaban que se sumase a las caricias.

“Oh, Marta, más fuerte”

Sandra no pudo más y levantó las caderas intentando rozarse con lo que fuese. Necesitaba alivio o iba a estallar,

“Quieres participar, verdad?” Isa se desplazó hacia arriba sobre el cuerpo de Sandra, colocando una rodilla a cada lado de su cabeza.

“Ahora vas a ser buena, y vas a empezar poco a poco. No quiero prisas. Quiero que lo lamas despacio. Yo te marcaré el ritmo. Saca la lengua.”

Sandra se estremeció al saborear la humedad caliente y resbaladiza de Isa, que se movía sobre ella cabalgando su lengua lentamente, haciéndola sufrir…

De repente notó como Marta empezaba a lamer sus pechos, rodeando sus pezones sin llegar a tocarlos y que una mano se colaba entre sus piernas.

Los dedos de Marta la penetraron sin aviso y no pudo evitar sobresaltarse y apretar su boca con fuerza contra el sexo de Isa, penetrándola con su lengua y haciendo escapar un gemido de su garganta. Isa aceleró el ritmo de sus caderas dando la bienvenida a la lengua de Sandra y levantó sus pechos para lamerse ella misma los pezones.
La humedad que salía de su cuerpo aumentaba por momentos llenando los labios y la barbilla de Sandra, haciendo a su vez que la suya propia creciese.

Las envestidas de Isa aumentaban, igual que aumentaba su placer.

Desató una de las manos de Sandra.

“Métemelos!”

Sandra metió dos dedos dentro de Isa y lamió su clítoris al compás de los movimientos de Isa, que seguía lamiendo y pellizcando sus propios pezones.
Sudorosa y caliente, se movía cada vez más rápido, metiéndose los dedos de Sandra más adentro.

“Más fuerte! Muévelos!!”

Sandra no controlaba ya su cuerpo. El placer de los dedos de Marta penetrándola mientras se masturbaba abierta totalmente para que ella pudiese mirar, el deseo y la vehemencia de Isa mientras se follaba sus dedos y el sabor del su sexo en su boca estaban llevándola al borde del orgasmo.

Sentía como todos sus nervios se contraían, como el calor invadía su sexo y se concentraba en lo más profundo de su estómago.

Empezó a moverse más rápido sobre los dedos de Marta, a lamer con más deseo el clítoris hinchado de Isa. Los gemidos de las tres se confundían conforme se aceleraban.
La respiración de las tres se entrecortaba. Los cuerpos se estremecían. Las tres se retorcían de placer sintiendo crecer el orgasmo dentro de ellas y viendo cómo crecía dentro de las otras dos mujeres.

Un latigazo de placer sacudió primero a Isa, que se sujetó con fuerza al cabezal de la cama mientras se corría en los dedos y la boca de Sandra. Sandra al notar el placer de Isa no pudo retener el suyo propio y dejo que el orgasmo que llevaba un rato controlando la invadiese por completo estallando en las manos de Marta.
Marta aceleró las caricias sobre su propio sexo al ver a Isa y a Sandra gemir y sacudirse en brazos del placer, hasta notar su cuerpo tensarse y correrse con ellas.


Las tres acabaron sudorosas y sin aliento tumbadas en la cama, entre un puzzle de piernas, brazos y sexos húmedos… 

sábado, 2 de julio de 2016

Sexo, drogas....... y quedadas de Internet COMPLETO 1/3 "La ducha de Helena"

La quedada estaba siendo un éxito.

No había acudido mucha gente, pero las que habían asistido estaban disfrutando de un fin de semana extraordinario.

Había que reconocer que Violeta se lo había currado con la organización, y no había dejado ni un minuto libre para que las chicas se aburrieran.

El domingo había transcurrido entre risas, bromas, arena y mar y nadie quería ponerle fin al momento.
Era el último día, y aunque puede parecer que dos días no son nada, la despedida se antojaba amarga.

“Bueno, chicas, yo no sé vosotras, pero yo me voy al apartamento a ducharme, que llevo arena hasta en el carné de identidad.” Dijo Sandra ajustándose la gorra mientras se ponía en pié.

“¿Necesitas que te frote la espalda, Sandra?”

“Marta, si te metes conmigo en la ducha, no va a ser precisamente la espalda lo que te pida que me frotes.”
Marta no sabía si Sandra hablaba en serio o no, pero no podía dejar escapar la oportunidad.
Había estado todo el fin de semana hablando con Isa sobre lo agradable que era Sandra y el morbo que daba, y las dos habían decidido hacer lo posible para no abandonar Valencia sin intentar por todos los medios despedirse de ella de una forma que no olvidase nunca.

“Marta, ten cuidado, que Sandra es mucha mujer para ti.” Marta contestó el comentario de Isa dándole un codazo mientras las demás se reían.

“Isa, tú también puedes venir si quieres. Hay más de una parte de mi cuerpo que no creo que se queje si le ponen una mano encima…. o dos… “

“Sandra, a ver si te va a dar un payá, que ya no estás para esos trotes! Jajajajajajaja!

“Violeta, ¿tú no tienes una mujer a la que atender?”

“Mi mujer está muy bien atendida, Sandra. ¿Podrás tú atender tú a las tuyas?”

“Bueno, te lo diré mañana. Marta, Isa, ¿nos vamos?”

Isa y Marta se miraron sorprendidas, pero no dudaron ni un segundo en recoger sus cosas y seguir a Sandra hacia el coche.

“Sandra… no sé si has caído, pero te has venido conmigo y Marta e Isa no tienen coche…” apuntó Violeta.

“Helenaaaaaa. ¿Nos llevas? También hay sitio para ti en la ducha si quieres”

“Jajajajaja, Os llevo, pero yo me ducho antes y ya os apañáis vosotras 3 con la ducha después. Ok?”

“Vale” dijeron las tres al unísono. Y se dirigieron las 4 hacia el coche.


Marta e Isa se sentaron en la parte trasera del coche, dejando espacio para que Helena aprovechase la música de la radio para hablar con Sandra sin que ellas la oyesen.

“Sandra, ¿tú estás segura de lo que vas a hacer?”

“Mmmmm. ¿a qué te refieres?”

“¿Vas a meterte en la ducha con Marta e Isa?”

Sandra miró por el espejo del parasol a las dos chicas sonrientes y excitadas sentadas detrás suyo, y contestó a Helena con una sonrisa que lo decía todo.

“No me lo puedo creer! Si casi no las conoces”

“Helena, les voy a dejar que jueguen con mi cuerpo un rato, no me voy a casar con ellas. Además, míralas… están bastante bien, ¿no crees?”

Helena no contestó pero la verdad es que ella también pensaba que estaban bastante bien… muy bien en realidad… muy, muy, muy bien…
El día en la playa les había dejado un tono dorado en la piel y sus mejillas estaban algo enrojecidas.
El olor a mar y protector solar ayudaban a aumentar ese calor interno que se siente siempre después de un día de playa….

Sandra se lo iba a pasar bien… realmente bien….

Cuando llegaron al apartamento Helena le recordó a Sandra el trato que habían hecho.

“Bueno, yo me voy a la ducha, no tardo nada. Espero que cuando salga no me hayáis montado una orgía en el salón, que me gustaría poder tumbarme en el sofá a ver un rato la TV y descansar un poco”

Sandra ya estaba cuchicheando entre risas con Isa y Marta, y ni siquiera se molestó en mirar a Helena mientras le decía. “Sí, sí, pero no tardes o no te prometo nada, que yo soy muy educada y no puedo hacer esperar a estas bellezas mucho tiempo”

“Desde luego, Sandra… si lo sé le pido a Violeta que me deje su sofá… Menuda noche me espera”

Helena cogió la ropa limpia y se metió en el baño.

Mientras enjuagaba el bikini que se acababa de quitar podía oír las risas de Isa, Marta y Sandra y cómo ésta les decía algo de no sé qué que tenía en la maleta.

Miró su reflejo desnudo en el espejo y le dijo:

“Helena… esto va a ser un suplicio… todas comiendo esta noche y tú viéndolas pasar”

Con un suspiro se dirigió hacia la ducha.
Hacía calor, así que no se molestó en poner el agua caliente, además, con lo que se empezaba a oír proveniente del salón, tampoco le vendría mal que el agua estuviese un poco fría.



El contraste del calor de su cuerpo con el agua fría hizo que cada poro de su piel se erizase, obligándola a contener la respiración a la vez que sus pezones se endurecían.

Si había pensado que no calentar el agua podría ayudarle a olvidar lo que estaba ocurriendo a tan solo una puerta de distancia, estaba equivocada.

Las risas y cuchicheos del salón habían dado paso a silencios rotos sólo por pequeños gemidos y susurros indescifrables.

Parecía que Sandra no había podido esperar y que, al contrario de lo que había acordado con todas, la fiesta había comenzado antes siquiera de pisar la ducha.

Al oír como el trío de mujeres pasaba por delante de la puerta del baño camino de la habitación de Sandra, la imaginación de Helena se disparó y no pudo evitar hacer caso al peso que empezaba a sentir en la boca del estómago y que sabía que acabaría llegando más abajo.

"Qué demonios! Ya no creo que les importe si tardo un poco más en salir del baño..."

Helena puso el tapón en el desagüe, abrió la llave del agua caliente y dejó que la bañera se llenase de agua templada.

"No va a ser Sandra la única que disfrute en esta casa"

Se acostó en la bañera. El agua caliente acariciando su cuerpo y relajando la dureza de sus pezones a la vez que aumentaba el calor entre sus muslos.

Cerró los ojos y repasó el día en la playa. Recorrió uno a uno los rostros de todas las mujeres que había estado allí, buscando uno para acompañarla en su fantasía.

Ya sabía a quién iba a elegir...

La toledana le había llamado la atención desde el primer momento, pero también desde el primer instante había estado claro que no tendría nada que hacer con ella... Ana se le había adelantado y no se había separado de Reme ni un momento en todo el fin de semana.

"Bueno, nadie tiene porqué enterarse.." Pensó Helena mientras dejaba que su imaginación recorriera el cuerpo de Reme, mientras sus manos recorrían el suyo propio.

Empezó acariciando suavemente el hueco que quedaba entre sus pechos, deslizando la mano hacia su estómago.

La anticipación de lo que iba a ocurrir le hacía juntar sus muslos apretándolos, lo que no hacía más que aumentar las ganas de bajar la mano aún más... pero todavía era demasiado pronto. Quería disfrutar del momento, pensar que Reme le hacía sufrir haciéndola esperar

Sus manos, cada vez más erráticas, acariciaban cada milímetro de su torso, evitando sus pezones hasta que no pudo más.
Imaginó los dientes de Reme mordiéndolos mientras ella los pellizcaba entre sus dedos, estirando suavemente justo hasta el punto donde casi empezaba a doler.

Imaginó la lengua de Reme recorriéndolos, lamiéndolos, succionándolos con vehemencia y empezó a mover sus caderas, anhelando el peso de otro cuerpo sobre el suyo.

Se mordía el labio intentando contener los gemidos, pero era complicado no dar rienda suelta a los sonidos cuando estás perdiendo el control sobre el resto de tu cuerpo.

Casi sintió que era la mano de Reme la que bajaba por su vientre, acariciaba los labios de su sexo despacio, tan solo rozándolos,. e imaginó su voz susurrándole al oído

"Helena, incluso con el agua puedo notar tu humedad, lo caliente que estás, las ganas que tienes de que te haga mía"

Un leve "Sí" se escapó de sus labios.

Dejó un dedo resbalar por su humedad, rozando el punto donde se concentraban todos sus deseos. Su cuerpo se volvió a tensar. No podía aguantar más. Tenía que aliviar la presión, las ganas, el deseo que llevaba tanto tiempo reprimiendo.

Cogió el teléfono de la ducha, lo desenroscó de la manguera y encendió el agua templada de nuevo.

Dirigió la intensidad del chorro hacia su sexo, imaginando la lengua de Reme acariciándolo mientras con la otra mano acariciaba y pellizcaba sus pezones en los momentos preciosos.

Abierta en la bañera, con la manguera entre las piernas y el sonido del agua moverse junto a ella, subió el ritmo de sus caricias.
Notaba como sus mejillas se enrojecían, como la sangre y el placer se concentraban entre sus piernas, como la lengua de Reme calentaba lo más profundo de su ser.

"Oh, Sí, Dios, Hummmmm"

Bajó la otra mano e introdujo dos dedos dentro de ella, moviéndolos frenéticamente mientras el agua la acariciaba por fuera.
Dos caminos juntándose, dos placeres encontrándose para explotar a la vez. No podía más, no aguantaba más, venía, llegaba, explotaba.

"Si, humm, Reme, Sigue, Síiii"

Y la explosión se produjo haciendo que Helena se corriese como hacía mucho que no lo hacía...

"Dios... y esto sólo imaginándola... No quiero ni pensar lo que me pasaría si fuese ella de verdad..."

Helena se enrolló en la toalla con las piernas todavía un poco temblorosas.


Se sentó en el borde de la bañera mientras ésta se vaciaba y fue entonces cuando fue consciente de los gemidos que provenían de la habitación de al lado....

jueves, 16 de junio de 2016

Sexo, drogas.... y quedadas de Internet cap 3

El contraste del calor de su cuerpo con el agua fría hizo que cada poro de su piel se erizase, obligándola a contener la respiración a la vez que sus pezones se endurecían.

Si había pensado que no calentar el agua podría ayudarle a olvidar lo que estaba ocurriendo a tan solo una puerta de distancia, estaba equivocada.

Las risas y cuchicheos del salón habían dado paso a silencios rotos sólo por pequeños gemidos y susurros indescifrables.

Parecía que Sandra no había podido esperar y que, al contrario de lo que había acordado con todas, la fiesta había comenzado antes siquiera de pisar la ducha.

Al oír como el trío de mujeres pasaba por delante de la puerta del baño camino de la habitación de Sandra, la imaginación de Helena se disparó y no pudo evitar hacer caso al peso que empezaba a sentir en la boca del estómago y que sabía que acabaría llegando más abajo.

"Qué demonios! Ya no creo que les importe si tardo un poco más en salir del baño..."

Helena puso el tapón en el desagüe, abrió la llave del agua caliente y dejó que la bañera se llenase de agua templada.

"No va a ser Sandra la única que disfrute en esta casa"

Se acostó en la bañera. El agua caliente acariciando su cuerpo y relajando la dureza de sus pezones a la vez que aumentaba el calor entre sus muslos.

Cerró los ojos y repasó el día en la playa. Recorrió uno a uno los rostros de todas las mujeres que había estado allí, buscando uno para acompañarla en su fantasía.

Ya sabía a quién iba a elegir...

La toledana le había llamado la atención desde el primer momento, pero también desde el primer instante había estado claro que no tendría nada que hacer con ella... Ana se le había adelantado y no se había separado de Reme ni un momento en todo el fin de semana.

"Bueno, nadie tiene porqué enterarse.." Pensó Helena mientras dejaba que su imaginación recorriera el cuerpo de Reme, mientras sus manos recorrían el suyo propio.

Empezó acariciando suavemente el hueco que quedaba entre sus pechos, deslizando la mano hacia su estómago.


La anticipación de lo que iba a ocurrir le hacía juntar sus muslos apretándolos, lo que no hacía más que aumentar las ganas de bajar la mano aún más... pero todavía era demasiado pronto. Quería disfrutar del momento, pensar que Reme le hacía sufrir haciéndola esperar

Sexo, drogas.... y quedadas de Internet AVANCE cap 3

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"Qué demonios! Ya no creo que les importe si tardo un poco más en salir del baño..."

Helena puso el tapón en el desagüe, abrió la llave del agua caliente y dejó que la bañera se llenase de agua templada.


"No va a ser Sandra la única que disfrute en esta casa"

.......

Sexo, drogas.... y quedadas de Internet cap 2

Marta e Isa se sentaron en la parte trasera del coche, dejando espacio para que Helena aprovechase la música de la radio para hablar con Sandra sin que ellas la oyesen.

“Sandra, ¿tú estás segura de lo que vas a hacer?”

“Mmmmm. ¿a qué te refieres?”

“¿Vas a meterte en la ducha con Marta e Isa?”

Sandra miró por el espejo del parasol a las dos chicas sonrientes y excitadas sentadas detrás suyo, y contestó a Helena con una sonrisa que lo decía todo.

“No me lo puedo creer! Si casi no las conoces”

“Helena, les voy a dejar que jueguen con mi cuerpo un rato, no me voy a casar con ellas. Además, míralas… están bastante bien, ¿no crees?”

Helena no contestó pero la verdad es que ella también pensaba que estaban bastante bien… muy bien en realidad… muy, muy, muy bien…
El día en la playa les había dejado un tono dorado en la piel y sus mejillas estaban algo enrojecidas.
El olor a mar y protector solar ayudaban a aumentar ese calor interno que se siente siempre después de un día de playa….

Sandra se lo iba a pasar bien… realmente bien….

Cuando llegaron al apartamento Helena le recordó a Sandra el trato que habían hecho.

“Bueno, yo me voy a la ducha, no tardo nada. Espero que cuando salga no me hayáis montado una orgía en el salón, que me gustaría poder tumbarme en el sofá a ver un rato la TV y descansar un poco”

Sandra ya estaba cuchicheando entre risas con Isa y Marta, y ni siquiera se molestó en mirar a Helena mientras le decía. “Sí, sí, pero no tardes o no te prometo nada, que yo soy muy educada y no puedo hacer esperar a estas bellezas mucho tiempo”

“Desde luego, Sandra… si lo sé le pido a Violeta que me deje su sofá… Menuda noche me espera”

Helena cogió la ropa limpia y se metió en el baño.

Mientras enjuagaba el bikini que se acababa de quitar podía oír las risas de Isa, Marta y Sandra y cómo ésta les decía algo de no sé qué que tenía en la maleta.

Miró su reflejo desnudo en el espejo y le dijo:

“Helena… esto va a ser un suplicio… todas comiendo esta noche y tú viéndolas pasar”

Con un suspiro se dirigió hacia la ducha.

Hacía calor, así que no se molestó en poner el agua caliente, además, con lo que se empezaba a oír proveniente del salón, tampoco le vendría mal que el agua estuviese un poco fría.