miércoles, 7 de septiembre de 2016

El fin del verano

Julia levantó la mirada, cansada de llorar.

Las lágrimas emborronaban las olas rompiendo en la orilla. Olas saladas como sus lágrimas. Lágrimas que se asomaban a sus pestañas como asomaban las olas en la playa... tranquilamente a veces, a borbotones otras.

¿Cuánto tiempo llevaba allí? El sol empezaba a ponerse tras las dunas.

Cogió el móvil para mirar la hora, con la absurda esperanza de encontrar un mensaje suyo esperando en la pantalla.

Suspiró.

Suspiró sin saber si suspiraba rota por no saber de Ella o aliviada al no tener que volver a romperse al no contestar.

- Prometiste ser la fuerte

Volvió a hundir la cara en sus manos intentado ahuyentar las imágenes que se agolpaban tras sus ojos.

Tantas veces sintió, sin ser, su voz susurrándole al oído, su aliento erizándole el cuello, sus manos rozando su piel, que sentía el vacío como si fuese real.

¿Se puede echar de menos algo que nunca tuviste?

Pero sí lo tuvo. Tuvo sus horas, tuvo sus risas, tuvo momentos a escondidas robados a la realidad, tuvo planes, tuvo el deseo, tuvo... llamémoslo X.

Y lo perdió todo...
Y no quedó nada...

- "¿Sabes que me importas?"
+ "Sí"

Sabía lo que tenía que decir después, pero las palabras se aferraban a su garganta sin querer salir.
Dilo. Sabes que es lo que hay que hacer. No podéis estar así eternamente. 
- No quiero decirlo!
- Tiene que pasar. Antes o después. Esto es más grande que tú o que ella. No dejes que crezca más y acabe arrasándolo todo.
- No quiero decirlo...
- Dilo

- "Ya está..."

¿Por qué tuvo que decirlo? ¿Por qué estúpida razón tuvo que decirlo?

Porque las dos sabían que lo tenía que decir. 
Porque la realidad amenazaba con entrar y acabar con todo cada vez más a menudo.

Julia recogió la toalla sacudiendo la arena. El viento se encargó de alejarla, como se alejaban los planes construidos en el aire.

- Me encantas...
+ Algún día...
- Lo sé

Pero no lo sabía

Mientras guardaba la toalla en su mochila pensó que el verano terminaba y que en poco tiempo empezaría a coger una chaqueta al salir de casa en lugar de las sandalias.
Y pensó que un día terminaría el dolor como terminaba el verano... para las dos, y que las dos cogerían otras manos y sonreirían a otros ojos y susurrarían en otros oídos...

Y se rompió al ver que no sería Ella quien estaría al otro lado de su sonrisa.
Y sonrió al saber que daba igual a quién si Ella sonreía.

Notó vibrar el móvil.

Ella.

- Te quiero.- Susurró a la pantalla. 
Borró el mensaje y volvió a guardar el móvil en la mochila mientras se dirigía al coche.

Mientras duraba el trayecto en coche se permitió besarla, acariciarla, imaginarla desnuda encima suya, imaginar su sonrisa torcida en la penumbra de la noche y todas las palabras que nunca le diría . Siempre tendría eso. Promesas rotas antes de hacerlas.

Aparcó el coche donde siempre. Se secó las lágrimas como siempre. Entró en casa y dejó las llaves donde siempre.
Respiró hondo y, como siempre, dijo tras cerrar la puerta:

- Hola cariño. Ya estoy en casa.






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