La quedada estaba siendo un
éxito.
No había acudido mucha gente,
pero las que habían asistido estaban disfrutando de un fin de semana
extraordinario.
Había que reconocer que Violeta
se lo había currado con la organización, y no había dejado ni un minuto libre
para que las chicas se aburrieran.
El domingo había transcurrido
entre risas, bromas, arena y mar y nadie quería ponerle fin al momento.
Era el último día, y aunque puede
parecer que dos días no son nada, la despedida se antojaba amarga.
“Bueno, chicas, yo no sé
vosotras, pero yo me voy al apartamento a ducharme, que llevo arena hasta en el
carné de identidad.” Dijo Sandra ajustándose la gorra mientras se ponía en pié.
“¿Necesitas que te frote la
espalda, Sandra?”
“Marta, si te metes conmigo en la
ducha, no va a ser precisamente la espalda lo que te pida que me frotes.”
Marta no sabía si Sandra hablaba
en serio o no, pero no podía dejar escapar la oportunidad.
Había estado todo el fin de
semana hablando con Isa sobre lo agradable que era Sandra y el morbo que daba,
y las dos habían decidido hacer lo posible para no abandonar Valencia sin
intentar por todos los medios despedirse de ella de una forma que no olvidase
nunca.
“Marta, ten cuidado, que Sandra
es mucha mujer para ti.” Marta contestó el comentario de Isa dándole un codazo
mientras las demás se reían.
“Isa, tú también puedes venir si
quieres. Hay más de una parte de mi cuerpo que no creo que se queje si le ponen
una mano encima…. o dos… “
“Sandra, a ver si te va a dar un
payá, que ya no estás para esos trotes! Jajajajajajaja!
“Violeta, ¿tú no tienes una mujer
a la que atender?”
“Mi mujer está muy bien atendida,
Sandra. ¿Podrás tú atender tú a las tuyas?”
“Bueno, te lo diré mañana. Marta,
Isa, ¿nos vamos?”
Isa y Marta se miraron sorprendidas,
pero no dudaron ni un segundo en recoger sus cosas y seguir a Sandra hacia el
coche.
“Sandra… no sé si has caído, pero
te has venido conmigo y Marta e Isa no tienen coche…” apuntó Violeta.
“Helenaaaaaa. ¿Nos llevas?
También hay sitio para ti en la ducha si quieres”
“Jajajajaja, Os llevo, pero yo me
ducho antes y ya os apañáis vosotras 3 con la ducha después. Ok?”
“Vale” dijeron las tres al
unísono. Y se dirigieron las 4 hacia el coche.
Marta e Isa se sentaron en la
parte trasera del coche, dejando espacio para que Helena aprovechase la música
de la radio para hablar con Sandra sin que ellas la oyesen.
“Sandra, ¿tú estás segura de lo
que vas a hacer?”
“Mmmmm. ¿a qué te refieres?”
“¿Vas a meterte en la ducha con Marta
e Isa?”
Sandra miró por el espejo del
parasol a las dos chicas sonrientes y excitadas sentadas detrás suyo, y
contestó a Helena con una sonrisa que lo decía todo.
“No me lo puedo creer! Si casi no
las conoces”
“Helena, les voy a dejar que
jueguen con mi cuerpo un rato, no me voy a casar con ellas. Además, míralas…
están bastante bien, ¿no crees?”
Helena no contestó pero la verdad
es que ella también pensaba que estaban bastante bien… muy bien en realidad… muy,
muy, muy bien…
El día en la playa les había dejado
un tono dorado en la piel y sus mejillas estaban algo enrojecidas.
El olor a mar y protector solar
ayudaban a aumentar ese calor interno que se siente siempre después de un día
de playa….
Sandra se lo iba a pasar bien…
realmente bien….
Cuando llegaron al apartamento Helena
le recordó a Sandra el trato que habían hecho.
“Bueno, yo me voy a la ducha, no
tardo nada. Espero que cuando salga no me hayáis montado una orgía en el salón,
que me gustaría poder tumbarme en el sofá a ver un rato la TV y descansar un poco”
Sandra ya estaba cuchicheando
entre risas con Isa y Marta, y ni siquiera se molestó en mirar a Helena
mientras le decía. “Sí, sí, pero no tardes o no te prometo nada, que yo soy muy
educada y no puedo hacer esperar a estas bellezas mucho tiempo”
“Desde luego, Sandra… si lo sé le
pido a Violeta que me deje su sofá… Menuda noche me espera”
Helena cogió la ropa limpia y se
metió en el baño.
Mientras enjuagaba el bikini que
se acababa de quitar podía oír las risas de Isa, Marta y Sandra y cómo ésta les
decía algo de no sé qué que tenía en la maleta.
Miró su reflejo desnudo en el
espejo y le dijo:
“Helena… esto va a ser un
suplicio… todas comiendo esta noche y tú viéndolas pasar”
Con un suspiro se dirigió hacia
la ducha.
Hacía calor, así que no se
molestó en poner el agua caliente, además, con lo que se empezaba a oír proveniente
del salón, tampoco le vendría mal que el agua estuviese un poco fría.
El contraste del calor de su
cuerpo con el agua fría hizo que cada poro de su piel se erizase, obligándola a
contener la respiración a la vez que sus pezones se endurecían.
Si había pensado que no calentar
el agua podría ayudarle a olvidar lo que estaba ocurriendo a tan solo una
puerta de distancia, estaba equivocada.
Las risas y cuchicheos del salón
habían dado paso a silencios rotos sólo por pequeños gemidos y susurros
indescifrables.
Parecía que Sandra no había
podido esperar y que, al contrario de lo que había acordado con todas, la
fiesta había comenzado antes siquiera de pisar la ducha.
Al oír como el trío de mujeres
pasaba por delante de la puerta del baño camino de la habitación de Sandra, la
imaginación de Helena se disparó y no pudo evitar hacer caso al peso que
empezaba a sentir en la boca del estómago y que sabía que acabaría llegando más
abajo.
"Qué demonios! Ya no creo
que les importe si tardo un poco más en salir del baño..."
Helena puso el tapón en el
desagüe, abrió la llave del agua caliente y dejó que la bañera se llenase de
agua templada.
"No va a ser Sandra la única
que disfrute en esta casa"
Se acostó en la bañera. El agua
caliente acariciando su cuerpo y relajando la dureza de sus pezones a la vez
que aumentaba el calor entre sus muslos.
Cerró los ojos y repasó el día en
la playa. Recorrió uno a uno los rostros de todas las mujeres que había estado
allí, buscando uno para acompañarla en su fantasía.
Ya sabía a quién iba a elegir...
La toledana le había llamado la
atención desde el primer momento, pero también desde el primer instante había
estado claro que no tendría nada que hacer con ella... Ana se le había
adelantado y no se había separado de Reme ni un momento en todo el fin de
semana.
"Bueno, nadie tiene porqué
enterarse.." Pensó Helena mientras dejaba que su imaginación recorriera el
cuerpo de Reme, mientras sus manos recorrían el suyo propio.
Empezó acariciando suavemente el
hueco que quedaba entre sus pechos, deslizando la mano hacia su estómago.
La anticipación de lo que iba a
ocurrir le hacía juntar sus muslos apretándolos, lo que no hacía más que
aumentar las ganas de bajar la mano aún más... pero todavía era demasiado
pronto. Quería disfrutar del momento, pensar que Reme le hacía sufrir
haciéndola esperar
Sus manos, cada vez más
erráticas, acariciaban cada milímetro de su torso, evitando sus pezones hasta
que no pudo más.
Imaginó los dientes de Reme
mordiéndolos mientras ella los pellizcaba entre sus dedos, estirando suavemente
justo hasta el punto donde casi empezaba a doler.
Imaginó la lengua de Reme
recorriéndolos, lamiéndolos, succionándolos con vehemencia y empezó a mover sus
caderas, anhelando el peso de otro cuerpo sobre el suyo.
Se mordía el labio intentando
contener los gemidos, pero era complicado no dar rienda suelta a los sonidos
cuando estás perdiendo el control sobre el resto de tu cuerpo.
Casi sintió que era la mano de Reme
la que bajaba por su vientre, acariciaba los labios de su sexo despacio, tan
solo rozándolos,. e imaginó su voz susurrándole al oído
"Helena, incluso con el agua
puedo notar tu humedad, lo caliente que estás, las ganas que tienes de que te
haga mía"
Un leve "Sí" se escapó
de sus labios.
Dejó un dedo resbalar por su
humedad, rozando el punto donde se concentraban todos sus deseos. Su cuerpo se
volvió a tensar. No podía aguantar más. Tenía que aliviar la presión, las
ganas, el deseo que llevaba tanto tiempo reprimiendo.
Cogió el teléfono de la ducha, lo
desenroscó de la manguera y encendió el agua templada de nuevo.
Dirigió la intensidad del chorro
hacia su sexo, imaginando la lengua de Reme acariciándolo mientras con la otra
mano acariciaba y pellizcaba sus pezones en los momentos preciosos.
Abierta en la bañera, con la
manguera entre las piernas y el sonido del agua moverse junto a ella, subió el
ritmo de sus caricias.
Notaba como sus mejillas se
enrojecían, como la sangre y el placer se concentraban entre sus piernas, como
la lengua de Reme calentaba lo más profundo de su ser.
"Oh, Sí, Dios, Hummmmm"
Bajó la otra mano e introdujo dos
dedos dentro de ella, moviéndolos frenéticamente mientras el agua la acariciaba
por fuera.
Dos caminos juntándose, dos
placeres encontrándose para explotar a la vez. No podía más, no aguantaba más,
venía, llegaba, explotaba.
"Si, humm, Reme, Sigue,
Síiii"
Y la explosión se produjo
haciendo que Helena se corriese como hacía mucho que no lo hacía...
"Dios... y esto sólo
imaginándola... No quiero ni pensar lo que me pasaría si fuese ella de
verdad..."
Helena se enrolló en la toalla
con las piernas todavía un poco temblorosas.
Se sentó en el borde de la bañera
mientras ésta se vaciaba y fue entonces cuando fue consciente de los gemidos
que provenían de la habitación de al lado....
Escribes super bien y me pones a mil. Me voy a llenar la bañera 😘🛁🚿
ResponderEliminarJajajajajaja
EliminarGracias por ser "mi primera" ;)
Escribes super bien y me pones a mil. Me voy a llenar la bañera 😘🛁🚿
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